La Historia de la Virgen

Origen de la palabra Catamarca


Según Samuel Lafone Quevedo, la palabra Catamarca proviene de dos vocablos quechuas: cata, que significa “ladera”, y marca equivalente a “fortaleza de frontera”.

 

Su pasado Indígena


Antes de la conquista española, la provincia estaba poblada por diversas etnias aborígenes. En Los Quilmes en Santa María, los Tolombones, los Yocaviles y cerca de Amaicha, los Acalianes; en Belén, los Motigastas, en Valle Viejo; los Sitguagastas y Collagastas, en Piedra Blanca; los Colpes y Huaycamas, en Ambato; los Paquilingastas, en Paclín y los Alijilanes y Apatamas, en Santa Rosa.
Tanto estas tribus como los pueblos Calchaquíes estaban hegemonizadas por la cultura Diaguita, íntimamente vinculada a la Incaica.
A menudo, el nombre de estas tribus era la extensión del nombre de un cacique o de la región que habitaba. En su conjunto formaban la parcialidad.
En general, las tribus catamarqueñas gozaban de un excelente desarrollo social y económico, lo que permitió mantenerse unidas, bajo ciertas formas de federación y distinguirse por la organización de sus aldeas.
Los pueblos indígenas eran expertos agricultores, como lo demuestran sus obras para contener la erosión de los cerros y su dominio de diversas técnicas de riegos. Los Diaguitas no rendían culto a ningún dios determinado, sino que veneraban al sol y a los árboles, en especial al algarrobo, entre otros motivos por que gracias a sus frutos producían el pan de patay y la aloja, una bebida espirituosa y que aún hoy se produce.






Catamarca de la época de la conquista Española
 
 

 

 

 

 Conquista y colonización


España descubrió la región a mediados del siglo XVI, cuando el capitán Diego de Almagro buscaba una vía de acceso a Chile. La primera fundación fue llevada a cabo por Juan Pérez de Zurita, quien en 1558, en el valle de Quimivil, echó los cimientos de San Juan de la Ribera de Londres, en homenaje a María Tudor, reina de Inglaterra y esposa de Felipe II, rey de España. Arrasada por los indios en 1607, la ciudad fue reconstruida poco después, con el mismo nombre. Dos décadas mas tarde, los diaguitas la redujeron otra vez a escombros. El caserío volvió a ser reconstruido y nuevamente arrasado en 1633. Cincuenta años más tarde, el conquistador Fernando de Mendoza y Mate de Luna fundó una nueva ciudad, esta vez al pie del cerro de Ambato, sobre el río del Valle. Lo hizo el 5 de julio de 1683 y la llamó San Fernando del Valle de Catamarca, denominación y ubicación geográfica que conserva hasta hora

Don Manuel de Zalazar

Fue oriundo de la región española de Vizcaya (por eso se lo llamaba el vizcaíno).
En 1615 figura como Administrador del Valle de Catamarca.
Era un hombre capaz e inteligente; sabía gobernar con justicia y administrar bien.
Fue mayordomo en las poblaciones que poseía Pedro de Maidana al Este del río que hoy conocemos como Río del Valle.
Se casó con Doña Beatriz de Acuña y tuvo una hija.
Falleció entre los años 1638 y 1640 en sus mismas posesiones del actual Valle Viejo cuando se encontraba íntegramente dedicado al cuidado, culto y veneración de la Madre del Valle en
su imagen bendita.

Distrito de Choya

Choya es actualmente uno de los distritos del departamento Capital de la provincia de Catamarca, en el noroeste argentino.
El pueblo de Choya al que se hace mención en los antiguos documentos estaba situado a un kilómetro del actual del mismo nombre.
Formaban la población de Choya españoles encomenderos e indios en su gran mayoría cristianos. Vivían de las labranzas y del pastoreo.

El hallazgo de la Imagen

La historia de la Virgen del Valle de Catamarca, es la historia de la conquista de la región del Tucumán.
Allá por los años de 1550, en una gruta del Ambato, cerca del pueblo indígena de Choya, los indios empezaron a venerar una imagen de la Purísima, a la que adornaban con flores y luces. Así continuaron durante unos veinte años, guardando impenetrable secreto.
Entre 1618 y 1620, un indio de los encomendados al servicio de Don Manuel de Salazar, en el silencio de la tarde percibió voces y ruido de pisadas.
Era un grupo de indiecitas que caminaban recelosas, como temiendo que alguien las sorprendiera. Llevaban lámparas y flores de la montaña. Como era de noche regresó a los ranchos de Choya.
Su curiosidad hizo que a la mañana siguiente regresara a esos parajes. Pronto dio con las huellas y encontró un sendero que, se veía, era muy transitado.
Caminó unos 5 Km., remontando la quebrada cuando a unos 7 metros de altura apareció un nicho de piedra bien disimulado. Al fin del nicho había rústicos asientos y restos de fogones, e incluso huellas de danzas.
Trepó al nicho y allá al fondo encontró una Imagen de la Santísima Virgen María. Era pequeñita, muy limpia, de rostro morenito y tenía las manos juntas.
Después de varios meses y de estar seguro de su descubrimiento, el indio le cuenta todo a su amo. Le dice que la veneraban, que estaba allí entre las piedras, que era morenita como los indios y que por eso la querían y que él también había aprendido a quererla.



Gruta de piedra en el cerro de Choya, lugar donde se encontró  la sagrada imagen.
 









Imagen de la Santísima Virgen María encontrada en la gruta de Choya

 
 
















Templete sobre la Gruta, construido en 1941, en ocasión de las fiestas del Cincuentenario de la Coronación de la Imagen de la Virgen del Valle -también obra de O. Orlandi, como los frescos de la Catedral- cubre la Gruta propiamente dicha y tiene
un sencillo altar de piedra



Salazar habló a los indios sobre la conveniencia de trasladar la imagen a Valle Viejo; pero ellos no accedieron, y montaron guardia noche y día delante de la gruta, hasta que reconsideraron la idea y la trasladaron  a Valle Viejo y la entronizaron en la mejor habitación de la casa de Salazar. Allí comenzó a obrar muchos y estupendos milagros, por los cuales su celebridad se extendió por todo el Tucumán. 
La Virgen no se olvidó de sus amados indios, y se volvió a instalar varias veces, de un modo prodigioso, en la gruta de donde la habían retirado. 
Al producirse la primera desaparición, Salazar supuso un robo por parte de los indígenas. Se dirigió a la gruta de Choya y, con gran asombro, vio allí la imagen. El cacique le aseguró con juramento que ninguno de los suyos la había sustraído. Pero cada vez que la trasladaban sucedía una desaparición de la casa.. 
Salazar formuló a la Virgen la promesa de construirle una capilla. Desde entonces, no volvió a desaparecer de su casa. Los indios cooperaron activamente en la edificación de dicha capilla, y las obras estuvieron terminadas al cabo de un año. 
Al construirse la ciudad de Catamarca, en 1683, la imagen de la Virgen del Valle fue trasladada allí y colocada en la iglesia catedral.


La Virgen del Valle Jurada como Patrona 
Nuestra Señora del Valle fue declarada Patrona del Noroeste Argentino, Patrona de Catamarca, Patrona de la Diócesis de Añatuya y Protectora de la Diócesis de La Rioja. Patrona Nacional del Turismo y Patrona Nacional del Paracaidismo. Patrona de los Algodoneros del Chaco.
Fue jurada patrona 6 veces

PRIMER Juramento: Fue allá por el año 1657. Se hizo bajo la prerrogativa y advocación de la "Pura y Limpia Concepción". Tuvo el hecho un carácter parroquial.

SEGUNDO Juramento: Al declararse Patrono Titular de la ciudad Capital a San Juan Bautista, no quedó en claro el asunto del Patronazgo, por lo que se resuelve jurar de nuevo a Nuestra Señora del Valle, no solo ya, en el orden Parroquial que hubiera sido de la ciudad de San Fernando, sino de toda la provincia de Catamarca, y lo fue en el año 1688.

TERCER Juramento: Sucedió 200 años después, reafirmando el juramento de 1688. Es realizado en el atrio de la entonces Iglesia Matriz, donde habían mandado construir un entarimado especial, el último día de las festividades marianas de 1888.

CUARTO Juramento: Se llevó a cabo en 1904. Había representantes de los Gobiernos Tucumano y Santiagueño, cuyas provincias también la juraban Patrona.

QUINTO Juramento: Fue en 1941, en el lugar denominado "Paseo Gral. Navarro" o "La Alameda", con motivo de las áureas conmemoraciones de la Coronación de la Portentosa Imagen de Nuestra Señora del Valle.

SEXTO Juramento: Lo hacen representantes de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, después de la Procesión de las Bodas de Diamante de la Coronación, en 1966. Se realizó en el frente de la Catedral Basílica. 

Coronación de la Imagen de la Virgen del Valle

En diciembre de 1887 fueron convocados los principales vecinos de la Ciudad de Catamarca por el entonces Vicario Segura, con dos finalidades: programar los actos para renovar el juramento en 1888 y la gestión ante ante la Santa Sede, pidiendo la caronación de la Imagen.
Entonces una comisión  gestiona por intermedio del benemérito franciscano Fray Bernardino Orellana, mediante una súplica firmada por el entonces Vicario Capitular de Salta Monseñor Pablo Padilla y Bárcena. Corría septiembre de 1889.
Así fue que como un mes más tarde de haber iniciado el trámite Fray Orellana recibió el Decreto del Capítulo Vaticano sobre  la coronación.
La coronación de la Sagrada Imagen se realizó el 12 de Abril de 1891, en el Paseo General Navarro, a ocho cuadras de la Iglesia Matriz.

 
La Corona
En el mes de enero de 1890, Fray Orellana contrato en París, en la Casa Poussielgue-Rusaud, la confección de la Corona. Se fijó un precio de costo de 4200 pesos oro. Tiene 68 diamantes y otras piedras preciosas. Además de este material, se envió desde Catamarca seis onzas de oro, un cóndor, ocho monedas de oro, un anillo con siete piedras y un zarcillo con dos perlas.






Corona de la Virgen













El escudo

En 1914, el entonces Obispo Diocesano de Catamarca, Mons. Bernabé Piedrabuena, encarga al historiador Larrouy que ideara un escudo para la Reina y Patrona de Catamarca. Este lo ideó conforme a las leyes heráldicas, y de acuerdo a las normas lo dibujo un Sr. Thomas, eminente heraldista.
Forma oval: Corresponde a la realeza; como también el dosel sobre el que están puestos la corona y los cetros.
Los cetros se cruzan por detrás del óvalo, para terminar en las flores heráldicas una rosa y una flor de lis.
La corona es abierta, porque así se acostumbra ponerla en los escudos de las reinas. Se alternan estrellas y flores de lis, por ser la Reina Universal de cielos y tierras.
Los doseles de los escudos reales italianos se pintaban de armiño, o sea blanco con pintas negras semejantes a cruces. Los del escudo de la Virgen son tan elegantes que vienen a ser como una joya en su género.
Colores: Los colores usuales son los de dos metales; oro y plata, y los cuatro esmaltes: azul, verde, rojo y negro.
Campo: Es el fondo del escudo. Para mayor claridad se recurre aquí a lo muy querido y conocido: el Escudo Nacional.
Su lema dice SPES NOSTRA (Esperanza Nuestra) palabras, que como se sabe, fueron tomadas de la oración de la "Salve".
Figuras: Posee un emblema simbólico, la flor de lis; sus cuatro iniciales NSDV y una estrella.