Primeras manifestaciones de la Virgen del Valle

Primeras manifestaciones de la Virgen del Valle de Catamarca

Son muchos las manifestaciones que hizo Nuestra Señora del Valle, pero quizá los más conocidos son el de 1630 cuando sanó a un caballero peruano, enseñándole que los favores divinos no se comercian; el Jarro Milagroso, por el cual la virgen salvó de morir en las Salinas Grandes a un promesante de Totoralejos; en 1764 salvó los algodonales de la plaga de gusanos y luego de langosta.

Por los años 1630 o un poco más, salió del Perú, atravesando las provincias del antiguo Tucumán, un caballero muy rico, pero tullido y desahuciado por los médicos que intentaron curarlo. Sin duda salió de su patria en busca de una salud que le faltaba a cambio del dinero que tenía de más.
Había escuchado hablar sobre los hechos milagrosos relacionados con la Imagen de la Virgen María encontrada en una Gruta en Catamarca y hacia ella acude.
Con sólo invocarla sanó, y en agradecimiento le dejó su magnifica cadena de oro. Emprendió su viaje de regreso sano y optimista, y en el camino encontró un amigo, al que contó que había en el Valle de Catamarca una Médica Soberana, que lo había curado gracias a la hermosa cadena que le dio en pago.
Llegó la noche y se recostó en hermosas mantas, pero al despertar se encontraba dolorido y tullido otra vez, y ante su sorpresa y la de sus criados, debajo de sus almohadas halló la cadena que días antes había dejado a la Virgen.
Fu
e una lección que le dio la Santísima Virgen para significarle que ella no vende lo que hace por sus hijos como una madre no vende su cariño.


Corría el año 1764. Se había desencadenado una devastadora e invencible plaga de gusanos, de tal manera que se tenían por perdidas las cosechas de algodón.
En la Misa del 25 de Marzo, los colonos pidieron en sus plegarias por el exterminio de las plagas y la salvación de sus cosechas. Al otro día, ¡no podían creerlo!. Los algodonales estaban verdes, lozanos, frondosos, no había plantas marchitas.
El gusano había desaparecido por completo, sin dejar rastros de su destructor paso.
Pocos años después ataca a la zona la terrible langosta talando casi todo bosque del valle. Un día, un grupo de viajeros llegó con la noticia que este ejército se venía acercando a esta ciudad y cuerpo de haciendas.
Entonces los vecinos concurrieron a una Misa de rogativas a Nuestra Señora suplicándole su intercesión ante tamaño mal. Esa noche había acampado una inmensa manga en las inmediaciones de la Ciudad. A la mañana se cantó Misa, y pese a que ya estaba calentando el sol, la plaga no aparecía. Luego llegó la noticia de que la temible manga de langostas había levantado vuelo hacia el sur.


En 1894 había un hombre de mediana edad que vivía solo en una región remota llamada Totoralejos. Esta es una localidad pequeña situada en las Salinas Grandes ubicadas entre las provincias de Catamarca y Córdoba.
Él estaba en la angustia por el sufrimiento de una enfermedad fatal. Estaba a punto de morir cuando recordó a Nuestra Señora del Valle y le rogó por su vida, prometiéndole peregrinar a su Santuario. Poco después recuperó su salud sin alguna explicación visible, a tal punto que sus vecinos se sorprendieron al mirarlo trabaja la tierra como antes. Pasado un tiempo, decidió cumplir su promesa a la Virgen, así que comenzó su largo viaje a Catamarca por las extensas salinas.
Mientras tanto, los guardianes de la iglesia Catedral de Catamarca habían descubierto la desaparición de un jarro plateado que se mantenía en el altar de la Virgen. Ellos buscaron por todas partes y preguntaron a cuantas personas pudieron si lo habían visto, pero era inútil, no aparecía.
Dos semanas después, un peregrino vino a la Catedral y pidió por un Sacerdote. Entonces, le dijo al sacerdote, en palabras muy sencillas y conmovedoras, que él había recuperado su salud gracias a la "ayuda" de la Virgen y que para cumplir la promesa que le había hecho a Ella, peregrinó a su Santuario. Dijo que había hecho un viaje muy largo y difícil por las Salinas Grandes. El lugar es terriblemente árido y desolado sin agua para beber cerca. Por esa razón él y su mulo se morían de sed. Entonces, otra vez, le rogó a la Virgen pidiéndole ayuda y Ella le respondió milagrosamente. Dijo con lágrimas en los ojos que "... de un jarro plateado que apareció repentinamente en el camino, salía mucho agua, como si fuera una fuente que fluye del corazón de la tierra, para que podamos ambos satisfacer nuestra sed".
Él sacó de su bolso el jarro plateado y lo entregó al sacerdote. Era el jarro plateado que había desaparecido del Santuario de la Virgen. Esta jarro se llama actualmente "El Jarro Milagroso" o el "Jarro de la Virgen”.